Encumbrado hasta la saciedad en multitud de películas y series, el puente de Brooklyn es, probablemente, el más famoso y fotografiado del mundo. Fue el primer puente colgante en usar cables de acero para su suspensión, además de ser el más largo de su tipo hasta 1903 cuando se construyó el cercano puente de Williamsburg. Ya sea a pie o en bici, cruzarlo en un día despejado, con las aguas del East River bajo tus pies y el skyline de Manhattan como telón de fondo, es una experiencia que tienes que vivir en tu visita a la Gran Manzana. Si lo haces de noche, tendrás una de las imágenes más bellas de la ciudad iluminada. Aunque tienes varias maneras de llegar, la forma más rápida y sencilla es a través de la rampa de acceso que está enfrente del Ayuntamiento, el New York City Hall. Y si accedes al puente por Old Fulton Street, no puedes perderte las pizzas de Grimaldi’s y Juliana’s —de las mejores de la ciudad— y tomar un delicioso helado artesanal en la Brooklyn Ice Cream Factory. ¡Un verdadero pecado!