Enclavado entre las aguas del Mediterráneo y las siempre misteriosas arenas del desierto del Sáhara se encuentra este pequeño gran país, mundialmente famoso por sus maravillosas playas y exquisitos hoteles, pero con muchos secretos aún por descubrir. Antigua Cartago, cuna del indomable Aníbal y de su legendario ejército de elefantes, Túnez es hoy en día un país cosmopolita, multicultural y moderno, que ha ido absorbiendo y adoptando, con el paso de los años, todos los avances sociales y turísticos de Occidente, pero sin dejar de lado su patrimonio histórico y cultural. Túnez se convierte, a ojos del viajero que visita el país por primera vez, en la paleta de un pintor, llena de colores que se extienden hasta el horizonte y evocan aromas exóticos, aventuras apasionantes y atardeceres llenos de romanticismo. Colores que van desde los tonos dorados del desierto a los blancos inmaculados de sus pueblos frente al mar, donde aparece la gama de azules del eterno Mediterráneo que baña las costas de Túnez. Al sur, el desierto, silencioso, enigmático y recubierto de un halo de leyenda. Al norte, ciudades que parecen destinadas a hacer felices a los viajeros más exigentes. Lugares como Mahdia, Nabeul, Hammamet, Port el Kantaoui, Sousse o Monastir reciben con los brazos abiertos a un número creciente de visitantes que, año tras año, descubren los encantos de Túnez y, al partir, se prometen a sí mismos volver algún día. Túnez es todo esto y mucho más;

Túnez es un pequeño gran país bañado por el Mediterráneo.