Su patrimonio histórico
y cultural
Playas de ensueño,
playas para disfrutar
Túnez, un país de cine
Un destino para comérselo
Las misteriosas arenas
del Sahara
no puedes perderte
Su patrimonio histórico y cultural
Túnez es mucho más que un simple destino turístico. Túnez cuenta con un glorioso pasado, y ha sido escenario de numerosos episodios cruciales en la historia de la Humanidad. En la Antigüedad formó parte de Cartago, la patria del legendario Aníbal y su ejército de elefantes; y en el Siglo XX fue el terreno donde tuvieron lugar algunas de las batallas más destacadas de la campaña del norte de África durante la Segunda Guerra Mundial. Así las cosas, el territorio tunecino está repleto de monumentos, museos de toda clase y enclaves donde se puede admirar, respirar e incluso palpar el legado de siglos de historia. Tampoco hay que olvidar las fabulosas muestras de artesanía tunecina que se pueden adquirir en todos los bazares del país a distintos precios: las más famosas y demandadas son las alfombras y los objetos labrados en plata y otros metales, pero la tradición local también ofrece al visitante objetos más asequibles, como surtidos de especias, juegos de té…
Un destino para comérselo
Si decimos que la cocina del norte de África es una de las más variadas y sabrosas del mundo, para la mayoría de los viajeros no será ninguna sorpresa. Y lo hace gracias a la acertada combinación de sabores y aromas exóticos con productos frescos, coloridos vegetales, deliciosos pescados del Mediterráneo y carnes bien aderezadas. A lo largo del litoral tunecino, que es donde se encuentran los principales núcleos turísticos de la nación, podremos encontrar exquisitos platos basados en pescados muy frescos -sobre todo azules, como el jurel o la sardina asados- y acompañados de bien elegidas guarniciones de verduras y cereales. A medida que nos alejamos de la costa, los pescados van dejando paso a las carnes de pollo y cordero, y se incrementa la variedad y cantidad de especias empleadas. Las elaboraciones tradicionales tunecinas se alternan en las cartas de los restaurantes con otros platos más “occidentales”.
Playas de ensueño, playas para disfrutar
La línea de costa tunecina, que cuenta con algo más de 1.100 kilómetros de longitud, alberga algunas de las playas más bonitas y mejor cuidadas del Mediterráneo. Existen cientos de actividades disponibles para los viajeros más intrépidos. El submarinismo y el esnórquel son las más demandadas por los aficionados a los deportes acuáticos. Las playas de Skanès y Dkhila, en Monastir, o las que rodean la Isla de Djerba son buenos ejemplos de belleza sobre y bajo la superficie del agua. Quienes no se sientan interesados por los fondos marinos y solamente busquen la tranquilidad de una preciosa playa, no pueden perderse las de Hammamet, Sousse, Port el Kantaoui y Mahdia, en las que el azul del Mediterráneo pasa del color turquesa al zafiro, pero siempre con unas aguas cristalinas y tranquilas en las que darse un baño es una auténtica delicia.
Las misteriosas arenas del Sahara
El sur de Túnez está casi completamente ocupado por esta gigantesca extensión de arena que oculta un gran número de sorpresas, rincones secretos e incluso vergeles. Nos referimos, por ejemplo, a la ciudad de Tozeur, considerada por muchos como la puerta de entrada al desierto. La gran belleza de su arquitectura, su precioso palmeral y su pintoresca medina contrastan con la aridez y la ausencia de vida que se extiende hacia el sur. Junto a Tozeur se despliega el enorme lago salado de Chott El Jerid, una espectacular superficie de arcilla agrietada y sal que refleja la luz del sol, y que se extiende a lo largo de más de 100 kilómetros. Pero no todo en el Sahara es arena, sal y sol abrasador. También hay, como en las películas, una serie de oasis, que constituyen toda una fuente de vida para habitantes y visitantes. Algunos de los más destacados son los oasis de Tamerza, Chebika, Ksar Ghilane, y Nefta, para muchos el más encantador de todos.
Túnez, un país de cine
Efectivamente, nos encontramos ante un destino de cine. Túnez ha servido de escenario para el rodaje de numerosas películas, destacando por encima de todas ellas la saga de ‘La Guerra de las Galaxias’. Al parecer, George Lucas se enamoró de este país y decidió rodar aquí algunas de las escenas más emblemáticas de la trilogía inicial, para regresar décadas después y volver a grabar en Túnez las siguientes entregas de la saga. Por ejemplo, en Matmata, ciudad célebre por sus viviendas troglodíticas excavadas en la montaña, se halla la Granja de los Lars y la casa de Luke Skywalker, mientras que los decorados que sirvieron para crear el astropuerto de Tatooine se pueden visitar a unos cuantos kilómetros de Tozeur.
Como decíamos antes, Túnez es un país de cine en todos los sentidos. Basta con presenciar una de las curiosas carreras de dromedarios que se celebran en el desierto, profundizar un poco en la cultura bereber, participar de sus costumbres, como la de tomar el té con respeto y casi devoción, recorrer las callejuelas de sus medinas o, simplemente, observar cómo transcurre el día a día de este amable y hospitalario pueblo.